viernes, 24 de abril de 2015

Marcha Colmenar Viejo 2015

Domingo 19 de abril. Prueba correspondiente al mencionado mes del Open de Madrid y uno de los clásicos del mtb en Madrid con 14 ediciones a sus espaldas.

Semanilla revuelta pero con buen tiempo anunciado para el día de la prueba.

Había quedado con dos amiguetes más para participar en esta prueba y vernos después de un tiempo de no compartir correrías ciclistas. No compartía rutas con mi amigo Javier desde Torrelaguna y con mi amigo Jorge desde antes de mi fractura de peroné.

El domingo madrugo y dejo todo bien preparado la noche anterior para poder estar pronto en Colmenar. No me pilla demasiado lejos, pero como hay prácticamente 1000 participantes (entre open y cicloturista) las colas que se forman para sellar la licencia y recoger dorsal son antológicas.

Debido a esto se habilita recogida el sábado por la tarde, pero por cuestiones diversas, me fue imposible pasar, así que prefería llegar antes el domingo y evitar colas en la medida de lo posible. La verdad es que no tardé nada y pude preparar todo con tranquilidad y esperar a mis amiguetes.

Una vez reunidos los tres, nos ponemos en la zona habilitada en la salida para los participantes de la cicloturista; como siempre nos toca detrás…

A las 9:30 se da la salida a los del open y 6-7 minutos después salimos nosotros.



Al principio salida neutralizada hasta cruzar la carretera y entrar en pistas. Una vez en el campo la gente va como loca por unas pistas sin demasiadas dificultades ni grandes porcentajes. Aquí me empieza a dar problemas el plato con salidas de cadena que serán constantes a lo largo de la prueba. Los dientes están en las últimas y la culpa es mía por no haberlo cambiado, pero estos pequeños percances no me iban a detener, así que a meter la cadena en el plato y para adelante…

Con estos contratiempos nos vamos separando y juntando, puesto que la idea en principio es hacer la marcha juntos. Llega una zona con una subidilla un poco trialera donde tenemos parón (ocurre en todas las ediciones), pero va relativamente rápido y todo el mundo de nuevo en marcha.

En esta primera parte se va muy rápido. Bajaditas y subidas no demasiado fuertes por camino con buen firme; llegamos a una subida algo más dura y por un camino más roto y a continuación una bajada bastante divertida sin demasiada dificultad, pero con la dosis de piedras suficiente para hacerla con respeto. Después más subidas y bajadas de repechos que será la tónica de este primer tramo al primer avituallamiento que creo recordar que estaba sobre el kilómetro 20. Lo habíamos hecho a un ritmo bastante bueno y rápido, pero habíamos descolgado a nuestro amigo Jorge, así que paramos y esperamos… al cabo de 5 minutos aparece y le damos tiempo para recuperar y tomar algo. Seguimos la marcha por una especie de pista asfaltada con constantes subidas y bajadas. Esta es la parte más aburrida de la prueba, donde se puede ir rápido y empiezo a coger ritmo. Como uno de mis amigos se empieza a descolgar, prefiero seguir mi ritmo y esperar en el segundo avituallamiento.


Cruzamos el paso subterraneo de la autovía M-607 y estamos de nuevo en Colmenar. A través de un senderito muy estrecho nos dirigimos a las vías del tren donde se atacan un par de repechos antes de meternos en un sendero de bajada muy divertido donde se coge bastante velocidad hasta llegar a la zona de los arroyos; para mí bastante pestosa, plana y donde hay que cruzar unos cuantos arroyos que por la fecha traen agua y acabas con los pies empapados (por no mencionar unas cuantas salidas de cadena más y ya iban unas cuantas).

Tras cruzar unos 5 o 6 comienza una subida no demasiado pronunciada pero sí constante que va bordeando la tapia del pardo hasta alcanzar el segundo avituallamiento en el km 40. A estas alturas iba muy bien y pasando a un montón de gente. Tomo algo, bebo algo y espero un rato a mis amigos, que aparecen y les digo que yo ya tiro hasta el final para no quedarme frío. Queda la parte más dura de la prueba y la que puede hacer daño de verdad.


Aunque sólo se llevan 40 km y no creo que mucho porcentaje de subida, el ritmo y los constante sube-baja, te van tocando las piernas.

Bajada rápida pegados a la tapia del Pardo y primer rampón serio aunque corto donde comenzará un sendero estrechito con alguna zona de trialeras que desembocará en la bajada al puente de la Marmota.

Como todas estas pruebas, voy con horquilla rígida, pero no se sufre demasiado y me pude hacer toda esta parte sin mayor problema y del tirón.

Una vez que pasas la Marmota, se sube hacia un sendero con algún repecho técnico y con buen porcentaje. En este punto de la carrera, se va lo suficientemente estirado para hacerlo sin agobios y disfrutando del entorno.

Este sendero desemboca en una pista que va picando cuesta arriba donde paso a bastante gente y que volverá a desembocar en otro sendero divertido que acabará en el cruce de la carretera de Colmenar a Hoyo de Manzanares. Más pista por la colada de las Dehesillas, más salidas de cadena y más gente pasada. La verdad es que me encuentro muy a gusto y no haberme quemado mucho en la primera parte me permite darle zapatilla en esta segunda mucho más entretenida y exigente.

Llegada al puente romano de la carretera de Cerceda y paro en el avituallamiento (me apetecía horrores una coca cola… y de paso me tomé un plátano).

Como habíamos quedado en meta sigo y nos metemos en el Camino Cencerrero. Un tramo divertido con trialeras, pasos de riachuelos, subidas técnicas y todas las diabluras que se te ocurran para llevar más de 60 km en las piernas.

Una vez pasado, se vuelve a bordear el pueblo por pistas que pican hacia arriba y donde paso a gente que ya va verdaderamente “matada”.  Voy cazando grupos uno tras otro hasta llegar al carril bici donde le “pego” todo lo que puedo y cazo a un grupete con los que vamos en plan sprint hasta llegar a las inmediaciones del polideportivo Martín Colmenarejo donde veo que ya sólo me sigue uno de ellos y no me coge, así que paso la meta y espero a mis amigos que van llegando.


El tiempo 4 horas 4 minutos (lo que pone en el marcador es desde la salida del open). Entre ritmillo cochinero de la primera parte y paradas en avituallamiento, estoy seguro que bajaba de las 4 horas sin problema, pero bueno, aunque siempre te pica un poco el tiempo, tampoco era el objetivo de una buena mañana de mtb.

Ojo a los tres dorsales consecutivos

Nos vamos a la barra instalada donde cogemos una cerveza y se podía elegir entre bocatas o un plato de macarrones.

Comentamos la jugada y nos pegamos unas risas recordando “chorradas” de los últimos meses. Lavamos las bicis y nos despedimos.

La próxima prueba es la Cofidis Biker Cup en Moralzarzal. No suena muy estimulante; 50 km y el recorrido de “La Rocosa” del MTB 4 estaciones pero al revés.


Los platos fuertes vendrán en Junio con los 88 de Mammoth o la Madrid Xtrema y donde sólo podré elegir una…menudo dilema!!!

martes, 24 de marzo de 2015

II Rally Robledo de Chavela 2015

Mes de marzo y segunda carrera que me dan permiso para apuntarme del Open de Madrid.

La elegida esta vez era el Rally de Robledo de Chavela. Los números no son nada del otro mundo 52 km y casi 1200 de desnivel, pero es un trazado frenético y muy muy divertido. Tiene prácticamente de todo condensado y muy intenso. Además la zona es una gozada para todos los amantes del mtb.

Después del mes de marzo de lujo que habíamos tenido con días cercanos a los 18º y solazo, la semana previa a la prueba fue un poco revuelta, anunciando lluvia para el domingo 22.

Mi amigo Javi que me va a acompañar en estas pruebas, me ”plantó” una semana antes y decidió tomarse el puente y largarse a esquiar a los Dolomitas (buena opción), así que me veía más sólo que Calimero y con altas probabilidades de mojarme.

Pero no pasaba nada. Estaba preparado para lo que fuese. Las semanas previas, había cogido la bici 3-4 días, una horita antes de ir a currar y la tirada de rigor de los lunes.

Aprovechando que tenía en el teléfono la aplicación Strava, me apunté al reto de acumular 4000 y pico metros en 16 días. El Climbing Challenge de Marzo. Es una chorrada, pero eso me obligaba a entrenar las graciosas cuestas del Guadarrama (no tengo puertos cerca de casa). Son cortitas, pero bastante intensas con lo que a la larga coges un buen fondo para no “arrastrarte” el día de la carrera.



Sobra decir que no afronto estas pruebas con ánimo competitivo. Mi fin es otro; superación, disfrute de la ruta y el entorno y medirme a nivel personal. Si fuera con otra intención no me apuntaría a la categoría cicloturista, no iría con una bici de titanio y no usaría horquilla rígida.

Llegó el día 22. Tenía la bici lavada y engrasada, la ropa preparada y el coche dispuesto para salir. Día nublado y chispeando a las 8 de la mañana. Pintaba a chaparrón en breve.

Según voy llegando a Robledo, parece que el día aguanta. El terreno mojado pero sin encharcarse en exceso…la cosa va bien.



Aparco en la explanada preparada al efecto y el coche de al lado aparca Muriel Bouhet. La líder del open en categoría femenina y una autentica bestia del mtb que le da a todo y de forma increíble (Maratón, xc, raids, enduro…). Estoy por entablar conversación, pero me corto y paso de darle la plasta; en el fondo soy muy cortado y vergonzoso y no quiero molestar.

Mientras yo saco y monto mi titanio ella saca su Cannondale con ruedas Enve y más carbono que un fórmula 1.

Me dirijo al suplicio de todas las pruebas; sellar la licencia de un día y recoger dorsal. Esta vez va rápido y no se me hace tan tedioso.

Momento dilema de escoger ropa. Finalmente opté por chaqueta y dejo de lado maillot y manguitos (meto chubasquero por si las moscas). Decisión errónea porque al final pasé calor…

Voy a la plaza del ayuntamiento, lugar de la salida y me coloco en el cajón de los de la marcha cicloturista. Seremos unos ciento y pico y salimos cinco minutos después de los del open. Esto pinta bien; sin atascos ni agobios. Carrera lanzada y cómoda.

Salen los del open y cinco minutos más tarde nosotros. Salgo tranquilo y sin prisas, pero la gente va como loca y me pasan como balas. Paso de quedarme el último y empiezo a tirar un poco… Nos metemos en el camino de subida hacia la Ermita de Navahonda. Está mojado embarrado y la gente que va delante me salpica y estoy hecho una sopa de agua y barro. Decido que paso de mojarme y empiezo a darle un poco de vidilla. Primeras rampas, alguna con cierta pendiente y empiezo a pasar gente. Cuando coronamos la colina el pelotón ya está estirado y sin agobios.

Empieza la bajada de Navahonda muy divertida, rápida, con zonas de piedras y algún paso picante. El chico que va delante de mi baja muy rápido, pero cuando llegan los pasos más complicados se para. Es zona de una sola trazada y no queda más que bajarse. No le culpo y me parece fenomenal su actitud, pero me quedé con ganas de meterme con la bici en esas zonas…otra vez será.



Una vez llegamos a la Ermita desvío a la izquierda, pista rapidísima y un tramo de carretera. Aquí ya me he quitado unos cuantos de encima y ruedo sólo con un par de chicos que van a buen ritmo. Nos desviamos a una finca y empiezan mis problemas con la cadena (salida del plato que está muy desgastado) que me darán un poco por saco.

Senderitos por fincas y pistas rápidas hasta que empieza a picar todo hacia arriba con algún cuestón importante que decido hacer montado mientras los demás patean y en el que casi saco los higadillos. Esto está muy bien para hacerte el machote, pero te pueden reventar una carrera.

Empiezo a coger gente y paso a los primeros dorsales blancos (los del open). Los kilómetros van pasando y en el km 22 legamos a Fresnedilla de la Oliva y paro en el primer avituallamiento. Pillo bebida y como un plátano, la verdad voy bastante bien y no tengo mucha hambre ni sed.

Mención especial para los chavales que estaban allí. Súper atentos y amables y recogiendo todo lo que los demás iban tirando por el suelo; chapeau!!!.

                       

Seguimos por el pueblo hasta pillar pista y dirigirnos a la mítica pasarela de piedra y adentrarnos por senderos hacia Valdemorillo (esta zona me la conozco al dedillo) donde paso a cada vez más gente porque me encuentro genial. Subiditas, alguna bajada rápida y divertida, algún vadeo donde nos mojamos, más subidas y finalmente la pista que se dirije a la Colada de Crucijada (Senda de las Merinas) donde me quito de en medio a la gente con la que iba y me meto solo en el sendero tan divertido de subida como de bajada. Piedras, pasos estrechos, barro y algún que otro charco…

Por fin llegamos a Zarzalejos y hay un tramo de carretera donde sigo pasando gente (pocos dorsales negros y varios blancos) y llegamos al segundo avituallamiento del km 33. Estoy on fire y paso de parar (todavía me queda isotónica en el bidón).

Nueva pista y nos dirigimos a la vía del tren donde atacamos la primera rampa hacia el puerto de la Cruz Verde. Pequeño descanso y empieza la “juerga” con unos rampones largos y de cierta inclinación. Nos metemos en el pinar y para arriba. Hay dos rampas en las que arrastré la bici; eran factibles, pero me podían dejar en la reserva y opté por conservar. No me conocía esta zona y era consciente que todavía quedaban cuestas.

Aquí me uno a un chaval italiano que se fija en mi bici y charlamos un rato. Voy un pelín más fuerte que él y acabo descolgándome.

Llegada a la parte alta y bajada muy rápida por sendero y zonas de trialera (esto se hace de subida en la Ruta Imperial y es imposible). Aquí estoy a punto de “piñarme” y me salva el talud lateral que tengo a mi izquierda que me pone otra vez en el camino sin besar el suelo. El chaval que iba detrás alucina y comentamos la suerte que he tenido.

Desvío a la izquierda y bajada rapidísima y de cierta inclinación a la pista de nuevo. Unos kilómetros de pista que me hago unido a un grupete hasta que llegamos a la subida a la ermita de San Antonio de Padua.

El primer tramo es carretera y luego un sendero con una parte final que toca patear. Aquí viene la parte más divertida con otro sendero de bajada con piedras y bastante entretenido.



Al llegar a la ermita, nuevo desvío al pinar somos una grupeta de unos cinco y el primero tropieza con una raíz y se da un buen golpe contra el suelo. Paramos y le preguntamos si todo está bien. El hombre parece bastante jodido y nos dice que no está bien, se acercan dos personas de la organización que estaban indicando el desvío como a unos 50 metros y se quedan con él.



Los cuatro seguimos y acabo yo sólo en una zona de sube bajas y… mierda!!!!, otra vez la cadena fuera. Me pasa uno de los cuatro pero salgo disparado tras él. Ya es zona de bajada y voy a fuego (es un pique sano y sólo voy a intentar llegar antes y si no se puede pues nada…) con la horquilla rígida se me saltan hasta los empastes. Llegando casi a meta y en la zona de hierba le paso y entro en 3 horas y casi cinco minutos.




Al llegar el tipo me felicita y me dice que vaya huevos con horquilla rígida…

Voy a la carpa a por mi bocata de panceta y cervecita y charlo con unos cuantos que me preguntan por la bici que la verdad que destacaba por diferente con lo que por allí se estilaba.

Me lo he pasado muy bien, me he encontrado bien y he tenido suerte y no me ha pasado ningún percance.

Puesto 27 de la cicloturista, que no está nada mal para un “matadillo” como yo.




La verdad es que me marcho con un muy buen sabor de boca de Robledo y me preparo para la siguiente que es la de Colmenar Viejo que será la segunda vez que la hago.

jueves, 26 de febrero de 2015

Rotor Big Race Torrelaguna

El pasado día 15 de febrero, tomé parte en la Rotor Big Race. Primera prueba del Open de Madrid 2015.

Mi idea era hacer las 10 pruebas, pero rápidamente mi mujer me quitó esos pájaros de la cabeza y me dijo que con una al mes iba más que servido.

Febrero me brindaba dos pruebas. Una clásica, cerca de casa, con solera etc.. Rally de Galapagar y algo nuevo, con una pinta bastante salvaje y para bikers duros de verdad. Como soy un iluso y un inconsciente a partes iguales, escogí esta última.



53 Kilómetros, 2.165 metros positivos de desnivel, recorrido incógnita, tiempo imprevisible…todos los ingredientes para una “reventada” en toda regla.

Me preparé como pude las semanas anteriores. Una tiradita más o menos larga a la semana por la zona y 3 o cuatro saliditas cortas de 1 hora aproximada antes de ir a trabajar. Es decir; una mierda…, pero por lo menos coger algo de fondo y piernas para lo que se avecinaba.

Como soy consciente de mis limitaciones, me apunté en la cicloturista sin ninguna pretensión a parte de acabar semejante inconsciencia.

El día de la prueba, madrugón y camino a Torrelaguna la noche anterior había llovido pero el día parecía bueno y en la web de la prueba decían que el terreno era pizarroso y drenaba de lujo.

Según me acercaba, una enorme boina de niebla bastante densa cubría la zona, pero según avanzaba el tiempo se disipó y quedó un día bastante bonito. Aparqué en las cercanías del polideportivo y me dirigí a la recogida de dorsales donde había quedado con mi amigo Javi.

La recogida de dorsales como en todas las pruebas del open de Madrid un poco caos y coñazo. No sé por qué no dan todo de una vez, si en la inscripción ya se paga la licencia de un día y nos evitamos la cola para rellenar y sellar la dichosa licencia…

Una vez conseguimos el dorsal y la bolsa del corredor (bastante pobre, todo hay que decirlo) nos dirigimos a por las bicis y ponemos rumbo al lugar de salida situado en la plaza del ayuntamiento y la iglesia de la Magdalena (un lugar precioso).

De una forma bastante puntual se da la salida (creo que unas 600 personas que agotaron las inscripciones). Algunos salían como auténticas balas, pero mi idea era dosificar seriamente porque era una prueba muy dura y no quería acusar sobreesfuerzos tontos, calambres y cosas por el estilo.



Nada más salir del pueblo subida por pista con algunos repechos “graciosos”, pequeño tapón al pasar de pista a sendero y más subidas. La cosa parecía relajarse algo en un sendero divertido donde hace su aparición el barro (menos mal que el terreno drenaba; nada más lejos de la realidad). En algunas partes es imposible traccionar, pero son tramos pequeños. Después lo que viene siendo la tónica habitual de esta prueba; más subidas hasta llegar a un pedazo de pendiente que superaría los 20º y pié a tierra.

En este punto de carrera todavía no era consciente de donde me había metido. Siento no ser muy preciso y no saber exactamente los detalles de donde me encontraba; la carrera discurre por los municipios de Torrelaguna, el Berrueco, Torremocha y Patones y es una zona donde prácticamente no he montado nunca.



El caso es que apenas llevábamos 16 km y habíamos realizado la primera subida larga que culminaba en la Atalaya Musulmana y había sido bastante dura. Ya se veía el embalse de El Atazar y se inicia la primera bajada. Empieza con un sendero para ir relajando piernas, pero a  300 metros te das cuenta que de relajarte nada. El sendero se empieza a complicar en una trialera con inclinación y algún paso realmente comprometido donde vi a un chico con unas heridas en la cara realmente feas. En este momento pienso que soy un valiente por haber optado por la horquilla rígida.



La bajada culmina en un bonito sendero entre pinares donde sólo cabe una rueda y el barro hace nuevamente su aparición y terminará en el km 19 donde paramos en el primer avituallamiento.

Aquí me encuentro con un conocido del foro que había tenido una avería en el pedal de su fat bike. Una verdadera pena, porque iba como una bala y disfrutando a tope de su bici y del recorrido. Le doy el “pésame”, él me desea suerte y continuamos por un sendero de características similares aunque un poquito más ancho.



Después comienza una bajada bastante larga y con características de todo pelaje. Inclinaciones brutales de sillín al pecho, bajadas asumibles y divertidas y trialeras donde echar el pie a tierra en más de una ocasión (queda mucha carrera y no te la puedes jugar). Ya habíamos visto los estragos que podían causar estas trialeras en el primer avituallamiento donde no dejaban de sonar ambulancias llevándose a participantes magullados.

En el km 25 llega la única parte de respiro de toda la carrera, unos 2.5 km planos a la orilla del río aunque con charcos y barro.

Después comienza una nueva subida larga por pista que empieza ya a picar en las piernas, aunque de momento la hacemos bastante cómodos, incluso pasando a algún que otro participante. Paramos en el segundo avituallamiento y seguimos por la misma pista en subida que acabará en un sendero que ya pica de forma brutal hacia la vertical y los últimos metros hay que empujar la bici (y ya van unas cuantas veces). Al llegar al punto más alto, preguntamos a una persona de la organización que si alguien se había hecho eso montado y nos respondió que los primeros. Yo realmente aluciné…

A partir de aquí trialeras, repechones y un rompepiernas en toda regla que combinaba lo peor de cada casa (en subidas y bajadas). Pie a tierra, pasos de locura, cortafuegos. En uno de los tramos, había unos chavales con bicis de descenso, cascos completos y todo tipo de protecciones esperando a que pasaran los de la marcha y mirando con cara rara a un loco que iba con horquilla rígida.

A estas alturas de la carrera ya no tenía claro si lo de la horquilla rígida, era una machada o tomaba serio cariz de gilipollez. El dolor de brazos, era bastante considerable.

Después de la bajada otra subida seria, aunque esta vez por pista lo que ya se llegaba a agradecer, pero los porcentajes y las rampas eran de los que te daban la risa.

Llegamos al último avituallamiento Km 41.9 y mi amigo me dice que tiene prisa y sale disparado. El cabrito hace triatlones olímpicos y está como un maldito toro. Yo me he estado reservando, hidratando y comiendo y no quiero fastidiarla al final, así que paro; como, bebo algún trago, algo de sales, un gel y a seguir…

El camino es nuevamente por senderos que combina bajadas y subidas por un entorno precioso, pero que a estas alturas me importaba un pimiento y no saboreaba como se merecía.



Nueva y última bajada larga con más de todo. Con el cansancio acumulado, el dolor de brazos y manos, y la exigencia del terreno, empezaba a flirtear con el desastre; así que paso de piques, bajo seguro y a llegar abajo de una sola pieza. Ya faltan unos 5 km y nos dicen que todo lo peor ha pasado. Sigo unos metros y una nueva “broma”; bajada al río por un camino de cabras en el que tengo que desmontar y un tramo de piedras y cantos que acaba de rematar mis doloridos brazos.

Una vez pasado esto el resto es un pisteo asumible que se hace con tranquilidad hasta llegar a la meta.
En definitiva, una ruta muy dura, técnica e impresionante. Sin miedo a equivocarme, seguramente la carrera más exigente que se realiza en la Comunidad de Madrid.

Si no encuentras sentido a las rutas donde tienes que desmontar de vez en cuando, si las trialeras como que no… y llegar reventado a meta no va contigo. Definitivamente la Rotor Big Race no es tu carrera.

Mención aparte para la organización. Señalización impecable, circuito espectacular, avituallamientos completísimos. Incluso en algún paso complicado, te recomendaban la trazada correcta, lo que en ocasiones ayudaba bastante.



Mi tiempo, bastante mediocre para lo que pululaba por la prueba. 6:01h. 399 de la general y 57 de la cicloturista en una prueba que muchos no terminaron.

Un amigo me preguntó al día siguiente que si en estas pruebas se disfrutaba. Sinceramente el día de la carrera lo ves más como un reto y no lo disfrutas tanto, pero es como los buenos vinos que deja un regusto que pasado un tiempo es cuando lo gozas de verdad y seguramente el año que viene repetiré.

Próxima cita, Rally de Robledo de Chavela.

Aquí dejo el track por si algún valiente se la quiere hacer