Última prueba y “guinda” del Circuito MTB 4 Estaciones. Sobre
el Papel la más larga difícil y técnica
de las 5 marchas con más de 1600 metros positivos de desnivel, cerca de 70 km y
un recorrido realmente endiablado tanto en subidas como en bajadas sin apenas
dar un solo respiro al biker.
La prueba estaba programada para el día 27 de octubre y
durante los días previos había llovido torrencialmente en Madrid prácticamente
hasta el sábado por la mañana con lo que nos temíamos que el terreno podría ser
un problema añadido a una ya de por sí dura prueba.
No llegaba en el estado óptimo para afrontarla con varias
semanas de parón ciclista por diversas circunstancias y una semana donde los
virus no me respetaron demasiado.
Así las cosas acudimos el domingo 27 mi amigo Javier y yo a
San Lorenzo del Escorial con un día inmejorable en lo climático. Sol radiante y
temperatura ideal para practicar Mountain Bike.
La salida de la marcha larga, estaba programada para las
9:30 y el ambiente era espectacular. Más de 2000 bikers(todos los dorsales
agotados para las tres marchas) en el marco incomparable de la Lonja del
Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Eso sí separados según las distancias a cubrir. Los primeros estábamos
los de la marcha larga y después los de la marcha media divididos en 2 tandas,
de la cantidad de gente que se había apuntado y por último los de la marcha de
15 km que serían los últimos en salir.
A las 9:30 con puntualidad británica como en las anteriores
pruebas se da la salida y apenas tras 200 m recorridos, primer tapón porque a balón
parado y sin comerlo ni beberlo comienza la subida al alto del Malagón por los
rampones de las calles de el Escorial en dirección a la pista forestal. Los
tapones no son serios y enseguida el grupo se empieza a estirar hasta formar un
goteo constante de corredores . La subida al Malagón es dura con algunas rampas
cuyo porcentaje supera el 20% y con tramos más tendidos que daban un respiro
para poder mantener el ritmo. Algo que no me gustó es que la pista forestal
(asfalto bastante destrozado) estaba abierta al tráfico rodado incomodando
muchísimo la ascensión porque el camino
es bastante estrecho, con coches en ambas direcciones (subida y bajada) y 700
ciclistas dándolo todo en las rampas. Incluso se llegó a vivir algún momento de
tensión entre ciclistas y conductores. Una vez coronado el alto del Malagón, se
sigue ascendiendo esta vez por pista de arena en subida y posterior bajada
dirección a Robledondo.
Aquí comienza una bajada nueva, anunciada como muy técnica y
que me recordó a lo sucedido en la Rocosa. Sendero muy estrecho y técnico para
meter a 700 ciclistas que el Malagón no había conseguido estirar tanto como
para que circulasen fluidamente; consecuencia tapón infernal y en mi opinión “cagada
de la organización”. La bajada es espectacular con tramos realmente
comprometidos pero no aptos en ningún caso para una marcha tan multitudinaria.
Resultado, pateo durante largas distancias en fila de a uno y consiguiente
mosqueo del personal. En el tramo final la cosa parece mejorar y hay una bajada
realmente empinada que mal que bien se puede realizar casi del tirón, porque el
miedo es libre y alguno de los que van por delante se puede parar en un momento
dado.
Llegamos al puente de la Aceña donde se toma una pista que terminará en una
dura y técnica subida con agua barro y piedras para dar y tomar. Esta es la zona en peor estado de toda la ruta, que a pesar de las lluvias de los días anteriores está con un terreno perfecto, con un agarre óptimo como daremos cuenta más adelante en
las bajadas que nos esperan.
Después de esa subida, continuo sube y baja hasta la
carretera M583 donde pondremos rumbo a Santa María de la Alameda. Aquí cruzamos el río (con mojada de pies incluida)
y afrontamos otra nueva subida hacia el avituallamiento.
En este punto, me doy cuenta que si bien no hay síntomas de
desfallecimiento ni cansancio más allá de lo normal, noto la falta de bici y
las secuelas de un virus estomacal de los días previos. Voy bien, pero me falta
esa explosividad y el “puntillo”, así que procuro hidratarme a fondo, comer y
dosificar puesto que queda mucha carrera y partes realmente duras que me van a
exigir hasta prácticamente el límite.
Una vez abandonado el avituallamiento nos adentramos por
pinares en dirección a Valdemaqueda. Bajadas rapidísimas y divertidas se intercalan
con tramos de senderos y algún que otro hachazo que castiga.
Encaramos Valdemaqueda por senderos de subida exigentes y
alguno de ellos realmente imposible (incluso sería imposible de bajada) en los que de nuevo
toca pateo en fila, pero son cortos y en seguida nos ponemos en marcha.
Después toca una bajada de sillín al pecho en dirección al rio Cofio que hay que cuzar y donde llegamos a una cancela que está cerrada y hay que pasar por un pequeño hueco en la verja donde un integrante de la organización va pasando las bicis por encima de una en una; un 10 para este chico que gracias a su esfuerzo consiguió que la marcha fuese realmente fluida.
Después toca una bajada de sillín al pecho en dirección al rio Cofio que hay que cuzar y donde llegamos a una cancela que está cerrada y hay que pasar por un pequeño hueco en la verja donde un integrante de la organización va pasando las bicis por encima de una en una; un 10 para este chico que gracias a su esfuerzo consiguió que la marcha fuese realmente fluida.
Nueva subida fuerte con alguna trialera y su correspondiente
tramo de pateo hasta conectar con la pista que dirige hasta Robledo de Chavela.
Aquí paso de cebarme porque el tramo anterior castiga a
conciencia y todavía faltarán casi 20 km.
Parada en Robledo de Chavela, hidratación, comida y colocar
el sillín que se me ha movido en alguna bajada al cargar el peso y me está
fastidiando el culo.
Salimos y en seguida comenzamos la subida. Al principio
tendida con algún pequeño repecho durante aproximadamente tres km y después del
desvío hacia la Cruz Verde la subida se torna realmente matadora. Muchos km,
muchos metros de desnivel y rampas realmente duras y técnicas donde se alterna
el molinillo y el pateo y donde te empiezas a encontrar a los bordes del
sendero bikers descansando de la dureza de la ruta y algunos con los primeros
síntomas de calambres.
Una vez en la cima se inicia una bonita bajada por los “Rápidos
de zarzalejos”. Al igual que en la Ruta de los Vinos se señalizan las bajadas
peligrosas lo que es de agradecer para tomar conciencia de que hay que tener
cuidado y no pagar posibles “alegrías” bajando.
Se llega a las vías del tren y pista en falso llano a
Zarzalejos donde estará el último avituallamiento que no hay que desperdiciar.
Las piernas están cargadas, las fuerzas no sobran y por delante todavía quedan 12
km.
Pasamos Zarzalejos y nos desviamos por la Calzada Romana.
Camino muy bonito que empieza con subida (alguna de ella técnica) que
posteriormente alternará todo tipo de terrenos, donde predominan las piedras y
donde nos toparemos con alguna trialera corta pero de las duras donde hay que
poner los cinco sentidos.
Una vez acaba la calzada, pista y posterior desvío por una
dehesa preciosa en dirección a la carretera de El escorial a Robledo. La
cruzamos y afrontamos la última parte. Ya se ve el Monasterio y nos dirigimos a
él por la cuesta de la calleja. Una subida no demasiado fuerte pero que ataco
con el plato pequeño. Las fuerzas están al límite, las piernas muy, muy
cargadas así que no hay que cebarse. Son más de 5 horas subido a una bici en
movimiento, así que saboreo estos últimos metros consciente de haber terminado con éxito una de
las rutas más duras que se realizan actualmente en la Comunidad de Madrid.
Finalmente cruzo la meta levantando los brazos como si
hubiese sido el ganador, donde me está esperando mi amigo Javier con el que he
compartido toda la ruta pero que al final le dije que tirase porque estaba un “punto”
por encima de mí.
Para hacerse una idea de la dureza cuando llegamos, había
participantes que todavía no habían llegado al último avituallamiento (y eso
que había horarios de corte en diferentes partes del recorrido)
Recogemos la bolsa del corredor, mi maillot de Finisher de
las 5 pruebas y damos buena cuenta de la paella y algunas botellas de agua.
La tarde está genial pero es hora de irse.
Para el próximo año pienso en otros retos diferentes a las 4
Estaciones, pero seguramente esta prueba la repita porque la mejor manera de
definirla es ¡¡PURO MTB!!.
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