viernes, 24 de abril de 2015

Marcha Colmenar Viejo 2015

Domingo 19 de abril. Prueba correspondiente al mencionado mes del Open de Madrid y uno de los clásicos del mtb en Madrid con 14 ediciones a sus espaldas.

Semanilla revuelta pero con buen tiempo anunciado para el día de la prueba.

Había quedado con dos amiguetes más para participar en esta prueba y vernos después de un tiempo de no compartir correrías ciclistas. No compartía rutas con mi amigo Javier desde Torrelaguna y con mi amigo Jorge desde antes de mi fractura de peroné.

El domingo madrugo y dejo todo bien preparado la noche anterior para poder estar pronto en Colmenar. No me pilla demasiado lejos, pero como hay prácticamente 1000 participantes (entre open y cicloturista) las colas que se forman para sellar la licencia y recoger dorsal son antológicas.

Debido a esto se habilita recogida el sábado por la tarde, pero por cuestiones diversas, me fue imposible pasar, así que prefería llegar antes el domingo y evitar colas en la medida de lo posible. La verdad es que no tardé nada y pude preparar todo con tranquilidad y esperar a mis amiguetes.

Una vez reunidos los tres, nos ponemos en la zona habilitada en la salida para los participantes de la cicloturista; como siempre nos toca detrás…

A las 9:30 se da la salida a los del open y 6-7 minutos después salimos nosotros.



Al principio salida neutralizada hasta cruzar la carretera y entrar en pistas. Una vez en el campo la gente va como loca por unas pistas sin demasiadas dificultades ni grandes porcentajes. Aquí me empieza a dar problemas el plato con salidas de cadena que serán constantes a lo largo de la prueba. Los dientes están en las últimas y la culpa es mía por no haberlo cambiado, pero estos pequeños percances no me iban a detener, así que a meter la cadena en el plato y para adelante…

Con estos contratiempos nos vamos separando y juntando, puesto que la idea en principio es hacer la marcha juntos. Llega una zona con una subidilla un poco trialera donde tenemos parón (ocurre en todas las ediciones), pero va relativamente rápido y todo el mundo de nuevo en marcha.

En esta primera parte se va muy rápido. Bajaditas y subidas no demasiado fuertes por camino con buen firme; llegamos a una subida algo más dura y por un camino más roto y a continuación una bajada bastante divertida sin demasiada dificultad, pero con la dosis de piedras suficiente para hacerla con respeto. Después más subidas y bajadas de repechos que será la tónica de este primer tramo al primer avituallamiento que creo recordar que estaba sobre el kilómetro 20. Lo habíamos hecho a un ritmo bastante bueno y rápido, pero habíamos descolgado a nuestro amigo Jorge, así que paramos y esperamos… al cabo de 5 minutos aparece y le damos tiempo para recuperar y tomar algo. Seguimos la marcha por una especie de pista asfaltada con constantes subidas y bajadas. Esta es la parte más aburrida de la prueba, donde se puede ir rápido y empiezo a coger ritmo. Como uno de mis amigos se empieza a descolgar, prefiero seguir mi ritmo y esperar en el segundo avituallamiento.


Cruzamos el paso subterraneo de la autovía M-607 y estamos de nuevo en Colmenar. A través de un senderito muy estrecho nos dirigimos a las vías del tren donde se atacan un par de repechos antes de meternos en un sendero de bajada muy divertido donde se coge bastante velocidad hasta llegar a la zona de los arroyos; para mí bastante pestosa, plana y donde hay que cruzar unos cuantos arroyos que por la fecha traen agua y acabas con los pies empapados (por no mencionar unas cuantas salidas de cadena más y ya iban unas cuantas).

Tras cruzar unos 5 o 6 comienza una subida no demasiado pronunciada pero sí constante que va bordeando la tapia del pardo hasta alcanzar el segundo avituallamiento en el km 40. A estas alturas iba muy bien y pasando a un montón de gente. Tomo algo, bebo algo y espero un rato a mis amigos, que aparecen y les digo que yo ya tiro hasta el final para no quedarme frío. Queda la parte más dura de la prueba y la que puede hacer daño de verdad.


Aunque sólo se llevan 40 km y no creo que mucho porcentaje de subida, el ritmo y los constante sube-baja, te van tocando las piernas.

Bajada rápida pegados a la tapia del Pardo y primer rampón serio aunque corto donde comenzará un sendero estrechito con alguna zona de trialeras que desembocará en la bajada al puente de la Marmota.

Como todas estas pruebas, voy con horquilla rígida, pero no se sufre demasiado y me pude hacer toda esta parte sin mayor problema y del tirón.

Una vez que pasas la Marmota, se sube hacia un sendero con algún repecho técnico y con buen porcentaje. En este punto de la carrera, se va lo suficientemente estirado para hacerlo sin agobios y disfrutando del entorno.

Este sendero desemboca en una pista que va picando cuesta arriba donde paso a bastante gente y que volverá a desembocar en otro sendero divertido que acabará en el cruce de la carretera de Colmenar a Hoyo de Manzanares. Más pista por la colada de las Dehesillas, más salidas de cadena y más gente pasada. La verdad es que me encuentro muy a gusto y no haberme quemado mucho en la primera parte me permite darle zapatilla en esta segunda mucho más entretenida y exigente.

Llegada al puente romano de la carretera de Cerceda y paro en el avituallamiento (me apetecía horrores una coca cola… y de paso me tomé un plátano).

Como habíamos quedado en meta sigo y nos metemos en el Camino Cencerrero. Un tramo divertido con trialeras, pasos de riachuelos, subidas técnicas y todas las diabluras que se te ocurran para llevar más de 60 km en las piernas.

Una vez pasado, se vuelve a bordear el pueblo por pistas que pican hacia arriba y donde paso a gente que ya va verdaderamente “matada”.  Voy cazando grupos uno tras otro hasta llegar al carril bici donde le “pego” todo lo que puedo y cazo a un grupete con los que vamos en plan sprint hasta llegar a las inmediaciones del polideportivo Martín Colmenarejo donde veo que ya sólo me sigue uno de ellos y no me coge, así que paso la meta y espero a mis amigos que van llegando.


El tiempo 4 horas 4 minutos (lo que pone en el marcador es desde la salida del open). Entre ritmillo cochinero de la primera parte y paradas en avituallamiento, estoy seguro que bajaba de las 4 horas sin problema, pero bueno, aunque siempre te pica un poco el tiempo, tampoco era el objetivo de una buena mañana de mtb.

Ojo a los tres dorsales consecutivos

Nos vamos a la barra instalada donde cogemos una cerveza y se podía elegir entre bocatas o un plato de macarrones.

Comentamos la jugada y nos pegamos unas risas recordando “chorradas” de los últimos meses. Lavamos las bicis y nos despedimos.

La próxima prueba es la Cofidis Biker Cup en Moralzarzal. No suena muy estimulante; 50 km y el recorrido de “La Rocosa” del MTB 4 estaciones pero al revés.


Los platos fuertes vendrán en Junio con los 88 de Mammoth o la Madrid Xtrema y donde sólo podré elegir una…menudo dilema!!!

martes, 24 de marzo de 2015

II Rally Robledo de Chavela 2015

Mes de marzo y segunda carrera que me dan permiso para apuntarme del Open de Madrid.

La elegida esta vez era el Rally de Robledo de Chavela. Los números no son nada del otro mundo 52 km y casi 1200 de desnivel, pero es un trazado frenético y muy muy divertido. Tiene prácticamente de todo condensado y muy intenso. Además la zona es una gozada para todos los amantes del mtb.

Después del mes de marzo de lujo que habíamos tenido con días cercanos a los 18º y solazo, la semana previa a la prueba fue un poco revuelta, anunciando lluvia para el domingo 22.

Mi amigo Javi que me va a acompañar en estas pruebas, me ”plantó” una semana antes y decidió tomarse el puente y largarse a esquiar a los Dolomitas (buena opción), así que me veía más sólo que Calimero y con altas probabilidades de mojarme.

Pero no pasaba nada. Estaba preparado para lo que fuese. Las semanas previas, había cogido la bici 3-4 días, una horita antes de ir a currar y la tirada de rigor de los lunes.

Aprovechando que tenía en el teléfono la aplicación Strava, me apunté al reto de acumular 4000 y pico metros en 16 días. El Climbing Challenge de Marzo. Es una chorrada, pero eso me obligaba a entrenar las graciosas cuestas del Guadarrama (no tengo puertos cerca de casa). Son cortitas, pero bastante intensas con lo que a la larga coges un buen fondo para no “arrastrarte” el día de la carrera.



Sobra decir que no afronto estas pruebas con ánimo competitivo. Mi fin es otro; superación, disfrute de la ruta y el entorno y medirme a nivel personal. Si fuera con otra intención no me apuntaría a la categoría cicloturista, no iría con una bici de titanio y no usaría horquilla rígida.

Llegó el día 22. Tenía la bici lavada y engrasada, la ropa preparada y el coche dispuesto para salir. Día nublado y chispeando a las 8 de la mañana. Pintaba a chaparrón en breve.

Según voy llegando a Robledo, parece que el día aguanta. El terreno mojado pero sin encharcarse en exceso…la cosa va bien.



Aparco en la explanada preparada al efecto y el coche de al lado aparca Muriel Bouhet. La líder del open en categoría femenina y una autentica bestia del mtb que le da a todo y de forma increíble (Maratón, xc, raids, enduro…). Estoy por entablar conversación, pero me corto y paso de darle la plasta; en el fondo soy muy cortado y vergonzoso y no quiero molestar.

Mientras yo saco y monto mi titanio ella saca su Cannondale con ruedas Enve y más carbono que un fórmula 1.

Me dirijo al suplicio de todas las pruebas; sellar la licencia de un día y recoger dorsal. Esta vez va rápido y no se me hace tan tedioso.

Momento dilema de escoger ropa. Finalmente opté por chaqueta y dejo de lado maillot y manguitos (meto chubasquero por si las moscas). Decisión errónea porque al final pasé calor…

Voy a la plaza del ayuntamiento, lugar de la salida y me coloco en el cajón de los de la marcha cicloturista. Seremos unos ciento y pico y salimos cinco minutos después de los del open. Esto pinta bien; sin atascos ni agobios. Carrera lanzada y cómoda.

Salen los del open y cinco minutos más tarde nosotros. Salgo tranquilo y sin prisas, pero la gente va como loca y me pasan como balas. Paso de quedarme el último y empiezo a tirar un poco… Nos metemos en el camino de subida hacia la Ermita de Navahonda. Está mojado embarrado y la gente que va delante me salpica y estoy hecho una sopa de agua y barro. Decido que paso de mojarme y empiezo a darle un poco de vidilla. Primeras rampas, alguna con cierta pendiente y empiezo a pasar gente. Cuando coronamos la colina el pelotón ya está estirado y sin agobios.

Empieza la bajada de Navahonda muy divertida, rápida, con zonas de piedras y algún paso picante. El chico que va delante de mi baja muy rápido, pero cuando llegan los pasos más complicados se para. Es zona de una sola trazada y no queda más que bajarse. No le culpo y me parece fenomenal su actitud, pero me quedé con ganas de meterme con la bici en esas zonas…otra vez será.



Una vez llegamos a la Ermita desvío a la izquierda, pista rapidísima y un tramo de carretera. Aquí ya me he quitado unos cuantos de encima y ruedo sólo con un par de chicos que van a buen ritmo. Nos desviamos a una finca y empiezan mis problemas con la cadena (salida del plato que está muy desgastado) que me darán un poco por saco.

Senderitos por fincas y pistas rápidas hasta que empieza a picar todo hacia arriba con algún cuestón importante que decido hacer montado mientras los demás patean y en el que casi saco los higadillos. Esto está muy bien para hacerte el machote, pero te pueden reventar una carrera.

Empiezo a coger gente y paso a los primeros dorsales blancos (los del open). Los kilómetros van pasando y en el km 22 legamos a Fresnedilla de la Oliva y paro en el primer avituallamiento. Pillo bebida y como un plátano, la verdad voy bastante bien y no tengo mucha hambre ni sed.

Mención especial para los chavales que estaban allí. Súper atentos y amables y recogiendo todo lo que los demás iban tirando por el suelo; chapeau!!!.

                       

Seguimos por el pueblo hasta pillar pista y dirigirnos a la mítica pasarela de piedra y adentrarnos por senderos hacia Valdemorillo (esta zona me la conozco al dedillo) donde paso a cada vez más gente porque me encuentro genial. Subiditas, alguna bajada rápida y divertida, algún vadeo donde nos mojamos, más subidas y finalmente la pista que se dirije a la Colada de Crucijada (Senda de las Merinas) donde me quito de en medio a la gente con la que iba y me meto solo en el sendero tan divertido de subida como de bajada. Piedras, pasos estrechos, barro y algún que otro charco…

Por fin llegamos a Zarzalejos y hay un tramo de carretera donde sigo pasando gente (pocos dorsales negros y varios blancos) y llegamos al segundo avituallamiento del km 33. Estoy on fire y paso de parar (todavía me queda isotónica en el bidón).

Nueva pista y nos dirigimos a la vía del tren donde atacamos la primera rampa hacia el puerto de la Cruz Verde. Pequeño descanso y empieza la “juerga” con unos rampones largos y de cierta inclinación. Nos metemos en el pinar y para arriba. Hay dos rampas en las que arrastré la bici; eran factibles, pero me podían dejar en la reserva y opté por conservar. No me conocía esta zona y era consciente que todavía quedaban cuestas.

Aquí me uno a un chaval italiano que se fija en mi bici y charlamos un rato. Voy un pelín más fuerte que él y acabo descolgándome.

Llegada a la parte alta y bajada muy rápida por sendero y zonas de trialera (esto se hace de subida en la Ruta Imperial y es imposible). Aquí estoy a punto de “piñarme” y me salva el talud lateral que tengo a mi izquierda que me pone otra vez en el camino sin besar el suelo. El chaval que iba detrás alucina y comentamos la suerte que he tenido.

Desvío a la izquierda y bajada rapidísima y de cierta inclinación a la pista de nuevo. Unos kilómetros de pista que me hago unido a un grupete hasta que llegamos a la subida a la ermita de San Antonio de Padua.

El primer tramo es carretera y luego un sendero con una parte final que toca patear. Aquí viene la parte más divertida con otro sendero de bajada con piedras y bastante entretenido.



Al llegar a la ermita, nuevo desvío al pinar somos una grupeta de unos cinco y el primero tropieza con una raíz y se da un buen golpe contra el suelo. Paramos y le preguntamos si todo está bien. El hombre parece bastante jodido y nos dice que no está bien, se acercan dos personas de la organización que estaban indicando el desvío como a unos 50 metros y se quedan con él.



Los cuatro seguimos y acabo yo sólo en una zona de sube bajas y… mierda!!!!, otra vez la cadena fuera. Me pasa uno de los cuatro pero salgo disparado tras él. Ya es zona de bajada y voy a fuego (es un pique sano y sólo voy a intentar llegar antes y si no se puede pues nada…) con la horquilla rígida se me saltan hasta los empastes. Llegando casi a meta y en la zona de hierba le paso y entro en 3 horas y casi cinco minutos.




Al llegar el tipo me felicita y me dice que vaya huevos con horquilla rígida…

Voy a la carpa a por mi bocata de panceta y cervecita y charlo con unos cuantos que me preguntan por la bici que la verdad que destacaba por diferente con lo que por allí se estilaba.

Me lo he pasado muy bien, me he encontrado bien y he tenido suerte y no me ha pasado ningún percance.

Puesto 27 de la cicloturista, que no está nada mal para un “matadillo” como yo.




La verdad es que me marcho con un muy buen sabor de boca de Robledo y me preparo para la siguiente que es la de Colmenar Viejo que será la segunda vez que la hago.

jueves, 26 de febrero de 2015

Rotor Big Race Torrelaguna

El pasado día 15 de febrero, tomé parte en la Rotor Big Race. Primera prueba del Open de Madrid 2015.

Mi idea era hacer las 10 pruebas, pero rápidamente mi mujer me quitó esos pájaros de la cabeza y me dijo que con una al mes iba más que servido.

Febrero me brindaba dos pruebas. Una clásica, cerca de casa, con solera etc.. Rally de Galapagar y algo nuevo, con una pinta bastante salvaje y para bikers duros de verdad. Como soy un iluso y un inconsciente a partes iguales, escogí esta última.



53 Kilómetros, 2.165 metros positivos de desnivel, recorrido incógnita, tiempo imprevisible…todos los ingredientes para una “reventada” en toda regla.

Me preparé como pude las semanas anteriores. Una tiradita más o menos larga a la semana por la zona y 3 o cuatro saliditas cortas de 1 hora aproximada antes de ir a trabajar. Es decir; una mierda…, pero por lo menos coger algo de fondo y piernas para lo que se avecinaba.

Como soy consciente de mis limitaciones, me apunté en la cicloturista sin ninguna pretensión a parte de acabar semejante inconsciencia.

El día de la prueba, madrugón y camino a Torrelaguna la noche anterior había llovido pero el día parecía bueno y en la web de la prueba decían que el terreno era pizarroso y drenaba de lujo.

Según me acercaba, una enorme boina de niebla bastante densa cubría la zona, pero según avanzaba el tiempo se disipó y quedó un día bastante bonito. Aparqué en las cercanías del polideportivo y me dirigí a la recogida de dorsales donde había quedado con mi amigo Javi.

La recogida de dorsales como en todas las pruebas del open de Madrid un poco caos y coñazo. No sé por qué no dan todo de una vez, si en la inscripción ya se paga la licencia de un día y nos evitamos la cola para rellenar y sellar la dichosa licencia…

Una vez conseguimos el dorsal y la bolsa del corredor (bastante pobre, todo hay que decirlo) nos dirigimos a por las bicis y ponemos rumbo al lugar de salida situado en la plaza del ayuntamiento y la iglesia de la Magdalena (un lugar precioso).

De una forma bastante puntual se da la salida (creo que unas 600 personas que agotaron las inscripciones). Algunos salían como auténticas balas, pero mi idea era dosificar seriamente porque era una prueba muy dura y no quería acusar sobreesfuerzos tontos, calambres y cosas por el estilo.



Nada más salir del pueblo subida por pista con algunos repechos “graciosos”, pequeño tapón al pasar de pista a sendero y más subidas. La cosa parecía relajarse algo en un sendero divertido donde hace su aparición el barro (menos mal que el terreno drenaba; nada más lejos de la realidad). En algunas partes es imposible traccionar, pero son tramos pequeños. Después lo que viene siendo la tónica habitual de esta prueba; más subidas hasta llegar a un pedazo de pendiente que superaría los 20º y pié a tierra.

En este punto de carrera todavía no era consciente de donde me había metido. Siento no ser muy preciso y no saber exactamente los detalles de donde me encontraba; la carrera discurre por los municipios de Torrelaguna, el Berrueco, Torremocha y Patones y es una zona donde prácticamente no he montado nunca.



El caso es que apenas llevábamos 16 km y habíamos realizado la primera subida larga que culminaba en la Atalaya Musulmana y había sido bastante dura. Ya se veía el embalse de El Atazar y se inicia la primera bajada. Empieza con un sendero para ir relajando piernas, pero a  300 metros te das cuenta que de relajarte nada. El sendero se empieza a complicar en una trialera con inclinación y algún paso realmente comprometido donde vi a un chico con unas heridas en la cara realmente feas. En este momento pienso que soy un valiente por haber optado por la horquilla rígida.



La bajada culmina en un bonito sendero entre pinares donde sólo cabe una rueda y el barro hace nuevamente su aparición y terminará en el km 19 donde paramos en el primer avituallamiento.

Aquí me encuentro con un conocido del foro que había tenido una avería en el pedal de su fat bike. Una verdadera pena, porque iba como una bala y disfrutando a tope de su bici y del recorrido. Le doy el “pésame”, él me desea suerte y continuamos por un sendero de características similares aunque un poquito más ancho.



Después comienza una bajada bastante larga y con características de todo pelaje. Inclinaciones brutales de sillín al pecho, bajadas asumibles y divertidas y trialeras donde echar el pie a tierra en más de una ocasión (queda mucha carrera y no te la puedes jugar). Ya habíamos visto los estragos que podían causar estas trialeras en el primer avituallamiento donde no dejaban de sonar ambulancias llevándose a participantes magullados.

En el km 25 llega la única parte de respiro de toda la carrera, unos 2.5 km planos a la orilla del río aunque con charcos y barro.

Después comienza una nueva subida larga por pista que empieza ya a picar en las piernas, aunque de momento la hacemos bastante cómodos, incluso pasando a algún que otro participante. Paramos en el segundo avituallamiento y seguimos por la misma pista en subida que acabará en un sendero que ya pica de forma brutal hacia la vertical y los últimos metros hay que empujar la bici (y ya van unas cuantas veces). Al llegar al punto más alto, preguntamos a una persona de la organización que si alguien se había hecho eso montado y nos respondió que los primeros. Yo realmente aluciné…

A partir de aquí trialeras, repechones y un rompepiernas en toda regla que combinaba lo peor de cada casa (en subidas y bajadas). Pie a tierra, pasos de locura, cortafuegos. En uno de los tramos, había unos chavales con bicis de descenso, cascos completos y todo tipo de protecciones esperando a que pasaran los de la marcha y mirando con cara rara a un loco que iba con horquilla rígida.

A estas alturas de la carrera ya no tenía claro si lo de la horquilla rígida, era una machada o tomaba serio cariz de gilipollez. El dolor de brazos, era bastante considerable.

Después de la bajada otra subida seria, aunque esta vez por pista lo que ya se llegaba a agradecer, pero los porcentajes y las rampas eran de los que te daban la risa.

Llegamos al último avituallamiento Km 41.9 y mi amigo me dice que tiene prisa y sale disparado. El cabrito hace triatlones olímpicos y está como un maldito toro. Yo me he estado reservando, hidratando y comiendo y no quiero fastidiarla al final, así que paro; como, bebo algún trago, algo de sales, un gel y a seguir…

El camino es nuevamente por senderos que combina bajadas y subidas por un entorno precioso, pero que a estas alturas me importaba un pimiento y no saboreaba como se merecía.



Nueva y última bajada larga con más de todo. Con el cansancio acumulado, el dolor de brazos y manos, y la exigencia del terreno, empezaba a flirtear con el desastre; así que paso de piques, bajo seguro y a llegar abajo de una sola pieza. Ya faltan unos 5 km y nos dicen que todo lo peor ha pasado. Sigo unos metros y una nueva “broma”; bajada al río por un camino de cabras en el que tengo que desmontar y un tramo de piedras y cantos que acaba de rematar mis doloridos brazos.

Una vez pasado esto el resto es un pisteo asumible que se hace con tranquilidad hasta llegar a la meta.
En definitiva, una ruta muy dura, técnica e impresionante. Sin miedo a equivocarme, seguramente la carrera más exigente que se realiza en la Comunidad de Madrid.

Si no encuentras sentido a las rutas donde tienes que desmontar de vez en cuando, si las trialeras como que no… y llegar reventado a meta no va contigo. Definitivamente la Rotor Big Race no es tu carrera.

Mención aparte para la organización. Señalización impecable, circuito espectacular, avituallamientos completísimos. Incluso en algún paso complicado, te recomendaban la trazada correcta, lo que en ocasiones ayudaba bastante.



Mi tiempo, bastante mediocre para lo que pululaba por la prueba. 6:01h. 399 de la general y 57 de la cicloturista en una prueba que muchos no terminaron.

Un amigo me preguntó al día siguiente que si en estas pruebas se disfrutaba. Sinceramente el día de la carrera lo ves más como un reto y no lo disfrutas tanto, pero es como los buenos vinos que deja un regusto que pasado un tiempo es cuando lo gozas de verdad y seguramente el año que viene repetiré.

Próxima cita, Rally de Robledo de Chavela.

Aquí dejo el track por si algún valiente se la quiere hacer

martes, 28 de octubre de 2014

Yesterdays

Pues hace bastante que no escribo en el blog y la verdad es que han pasado cosas durante esta temporada. Bici, viajes, amigos, conciertos y fútbol…

La verdad es que soy un tipo afortunado, a veces nos quejamos de la rutina, pero siempre que sea una rutina llevadera y más o menos placentera, es señal de que la cosa va bien y eso es muy importante, más aún en los tiempos que corren por eso sólo mencionaré algunas cosillas que me han pasado fuera de lo que considero “normal”.

Seguro que se me olvida algo, pero eventos que me han ocurrido estos meses y que me han provocado, satisfacciones, alegrías, momentos de euforia, reencuentros, etc… han sido los que mencionaré a continuación.

Primero comentar que como soy un culo inquieto, he vuelto a cambiar la configuración de la Bloom. Ha pasado a su estado más “comercial”; marchas, suspensión… para volver a la horquilla rígida de titanio; qué le voy a hacer?, en esto de la bici soy un poco fuck the system o como decían los Minor Threat out of step (suena un pelín pretencioso no?; jajaja). Además he variado la transmisión al monoplato y he modificado el casette con un piñón de 42 y sustitución de los de 15 y 17 por un 16 (concretamente el kit de One Up) y va de fábula.



Aprovechando la Semana Santa, decidí pasar unos días en Málaga y por supuesto, había que quedar con mi amigo Josemi, que me preparó una ruta por la zona de Los Montes de Málaga.

Hacía mucho tiempo que no me pasaba por Málaga (cerca de dos años), me di cuenta que cada vez me gusta más esa tierra y periódicamente la necesito. Son muchos recuerdos de veranos enteros de la niñez, adolescencia y juventud... El día que llegué se jugó la final de Copa del Rey con victoria del Real Madrid, golazo épico de Bale y partido de infarto, con lo que los presagios de mi estancia no podían ser mejores.

La ruta fue genial. Ruta tranquila por pistas y senderos, con un paisaje, una compañía y unas máquinas increíbles. Charlamos de lo divino y lo humano mientras acumulábamos metros de subida, respiramos ese aire donde se mezcla el olor del mar y la montaña y llegas a la conclusión de que podrías pasar el día así, pedaleando hasta que tus piernas digan basta; puro Soul Biker; pura vida!!!



La guinda a ese pastel, fue un bocata de lomo en manteca, algo típico de la zona, que se te saltaban las lágrimas; menudo manjar!!!. Unos ciclistas que estaban allí alucinaron al ver dos titanios y nos preguntaron varias cosas sobre nuestras bicis.



Después de un rato de charla y montones de elogios a nuestras monturas (siempre te hincha el ego que algún desconocido piropeé algo que verdaderamente aprecias, aunque para algunos sólo sean unos pedazos de metal soldados y ensamblados).

Nos despedimos Josemi y yo, esperando que el tiempo que pase hasta el siguiente reencuentro, sea lo más breve posible. Como siempre gracias, maestro!!!



Otro acontecimiento reseñable fue mi participación en la Marcha de Colmenar Viejo. Prueba mítica dentro de la Comunidad de Madrid que forma parte del Open de la misma. Evidentemente, yo tomé parte en la cicloturista…

       


Es una maratón de 70 kilómetros con una primera parte bastante pistera, una segunda variada, conde vamos constantemente cruzando riachuelos y una última con la mítica bajada al puente de la Marmota, divertidos senderos y una última zona bastante trialera tanto en subidas como en bajadas que te deja bastante hecho polvo, porque está dentro de los diez últimos kilómetros y las fuerzas están justas.

       


Yo me hice la prueba en cuatro horas y media escasas; evidentemente no es un buen tiempo, pero aluciné al ver que el tipo que ganó la prueba, se lo hizo en dos horas menos!!!.

       


De todas formas es una bonita prueba muy bien planificada a pesar del gran número de participantes, con unos buenos avituallamientos y un personal muy atento y amable con los corredores.

Estoy pensando para el año que viene correr el Open de Madrid completo en la modalidad cicloturista. El único coñazo es que hay que sacarse la licencia federativa de un día para correr y las retiradas de dorsal son un poco “infierno” (a lo mejor me compensa federarme…bueno, ya veré)

Otro acontecimiento marcado en mi agenda fue el concierto que dieron los norteamericanos The Queers en la sala gruta 77. El mítico grupo que lidera Joe Queer (alma mater, fundador, verdadero factótum y único miembro de la banda desde sus orígenes) hace un punk rock que sintetiza lo mejor de los Ramones con los Beach Boys.

Ya los había visto varias veces en Madrid, pero tenía ganas de volverlos a ver. Celebraban el 20 aniversario de su increíble “Love songs for the retarded” con lo que estaban garantizados temas clásicos del grupo como así fue.



Además, la sala Gruta 77 me encanta. Sala pequeña con buena acústica y una barra con precios no demasiado desmadrados los días de concierto.
Al ser un jueves y el poder de convocatoria que tiene el grupo (dentro de que son un grupo de punk rock) me esperaba un llenazo a reventar, pero debió influir la extensa gira que iban a dar por España con lo que sólo estaría la ”parroquia” de Madrid y se podía disfrutar del concierto plenamente.
Me lo pasé como un enano debajo del escenario participando de los pogos que se montaban, en los que casualidades de la vida me encontré a mi primo Alberto que vive en Amsterdam y esos días se encontraba en Madrid visitando a unos amigos.

Después un par de copas con los amiguetes puse rumbo a casa que al día siguiente había que madrugar para llevar a los niños al cole y a currar.

Otro suceso que quedará marcado durante mucho tiempo en mi retina y en mi cabezota fue la décima Copa de Europa o como dicen ahora (Championslig) del Real Madrid. Creo que nunca lo había mencionado, pero soy un forofo del Madrid, aunque me valga odios eternos jejeje.



Durante muchos años fui socio y no me perdía un solo partido hasta que me casé, los niños pequeños…ya se sabe.

Ahora que mi hijo mayor es un fanático del futbol (y gracias a Dios) es del Madrid, estoy experimentando una vuelta al fanatismo que me divierte mucho. Es increíble como los sentimientos y pasiones por un club unen a dos personas de una forma tan intensa. He disfrutado de alegrías, derrotas, euforia y decepciones de una forma que no lo hacía en mucho tiempo. Creo que he perdido pelo y he envejecido seis años en una sola temporada.



El partido es de sobra conocido y el resultado también, pero fue algo único e irrepetible por el número redondo, LA DÉCIMA y por lo histórico de que dos equipos de una misma ciudad se enfrentaran en toda una final de la máxima competición europea.

Salidas con mi amigo Noel con el que siempre mola compartir unas horas de ciclismo y unas cuantas cervezas heladas.





Después del verano sufrí una rotura del peroné; una lesión realmente tonta jugando al fútbol, con lo que pasé largas horas viendo películas, series, lecturas, concierto de Supersuckers (posiblemente y con permiso de Lemmy y Motörhead) la mejor banda de Rock del mundo, etc…



Ahora de nuevo (después de dos meses y con ciertas precauciones) vuelvo a la carga con las pilas cargadas y recuperando el “monazo” que tenía disfrutando más si cabe de cada pedalada y del disfrute del campo y los paisajes que tanto echaba de menos.



ON THE ROAD AGAIN!!!


jueves, 27 de marzo de 2014

Monster Bloom

Nunca he tenido claro qué es una Monster cross?. No sé si es una ciclocross con ruedas más anchas, una bici de montaña con manillar de carretera, una bici diferente con una geometría y características especiales, etc… De hecho en algunos foros y sitios donde he mirado el concepto tampoco está muy definido y hay disparidad de opiniones.

Por lo tanto yo defino mi creación como Monster Bloom. Monster en el sentido clásico de la palabra “Monstruo – Ser que presenta características ajenas al orden regular de la naturaleza”. Así que tratándose de mountain bike, he creado un pequeño monstruo.

El punto de partida es una foto que me pareció muy inspiradora. Eran dos bicicletas Baum (casi nada) con unos drop bars, encintados en cuero marrón y unos sillines Brooks, que junto al titanio, frenos mecánicos, horquillas rígidas etc… me hicieron alcanzar una catarsis ciclista inmediata.


El causante de esta repentina enajenación había sido mi amigo Noel que se quería montar una Monster a partir del cuadro de su Kona Unit y me había mandado la foto anteriormente mencionada. Me puse en contacto con él y le dije que yo quería algo como la foto de las Baum. Al principio pensó que estaba de coña (porque cree que soy una especie de endurero atrapado en una bici rígida de titanio; nada más lejos de la realidad) y que no me iba a gustar montar en una bici de esas características. Tras insistir un poco y decirle que iba completamente en serio le pedí que me indicase sitios para conseguir los cachivaches necesarios para el montaje a buen precio. Es un auténtico zahorí de piezas y componentes ciclistas y es capaz de encontrar cualquier cosa que necesites al mejor precio.

Removiendo Roma con Santiago me consiguió sillín, cinta, potencia y manetas de freno a un precio bastante de chiste. En principio era sólo para probar, así que no me quería gastar una gran cantidad de dinero, pero por otra parte las piezas que me gustaban algunas de ellas no eran precisamente baratas. Pues él se las arregló y en tres días tenía el sillín Brooks B17, la cinta de cuero Brooks y las manetas y una potencia muy corta y de diferente ángulo (positivo-negativo) para ir corrigiendo posiciones respecto al nuevo manillar que acabaría siendo un Salsa Woodchipper de segunda mano en un estado impecable y a un precio muy bueno.
Quería detenerme en dos de las piezas fundamentales sobre las que gira el montaje.



-Sillín Brooks B17 Narrow en color Antique Brown( con la cinta de manillar de cuero Brooks a juego). Lo primero que impacta es la presentación de la caja con su librito de instrucciones y demás parafernalia; pura elegancia y tradición inglesa. El sillín es  el modelo más antiguo del catálogo actual de Brooks con más de un siglo de existencia. Materiales de primera, hecho a mano en la vieja fábrica de Birmingham… aunque pesa más de medio kilo


-Manillar Salsa Woodchipper 2 La verdadera personalidad de esta bici la marca este manillar. No es un manillar puro de carretera, es un drop bar off road un poco más ancho que uno convencional y permite unas posiciones para no ir tan forzado como con un manillar puro de carretera.


Una vez con todo el material en nuestras manos llegó el momento del montaje. Lo hicimos en el garaje de la casa de Noel, lo cual sirvió para pasar una agradable mañana de colegas y bicis.
La lástima es que por las prisas y tal no pudimos hacer una ruta de prueba; la cosa tendría que esperar al día siguiente.


La prueba de fuego fue una ruta por Villanueva del Pardillo y Valdemorillo.
Al principio las sensaciones eran muy raras; el sillín de cuero sin base es duro como una piedra y resbala. El manillar es muy extraño (sobre todo para alguien como yo que nunca ha montado en una bicicleta de carretera), pero la experiencia pese a todo no me disgustó, me parecía muy divertido afrontar bajadas con esa posición tan lanzada y en ocasiones suicida y subiendo aunque los brazos iban muy juntos ayudaba a un pedaleo eficiente y no era para nada incómodo.


Tras unas cuantas salidas me empecé a desenvolver mucho mejor, bajaba a una velocidad aceptable con una posición menos forzada y con muchas menos molestias en las manos (al principio me dolían muchísimo).
Por su parte el sillín se iba adaptando progresivamente y resultando ciertamente cómodo. En cuanto el cuero “rompe” y se va adaptando, sientes una agradable sensación de amortiguación y desaparece esa sensación de superficie resbaladiza. Dicen que con el tiempo hay que tensar el sillín con una llave especial que trae para que no se doble en exceso y además tiene mantenimiento con grasa (la piel se supone que es un tejido “vivo”).


Dejando aparte la faceta técnica, es una configuración que me gusta mucho. Piezas visualmente muy potentes y fuera de lo común en una bici de montaña actual pero que rebosan elegancia. Te puede gustar más o menos un B17, pero sabes que es algo de calidad y respira historia del ciclismo por los cuatro costados.
Las formas clásicas del cuadro, los componentes y los colores le van como anillo al dedo a ese aire british que tiene Brooks.



Una bicicleta, en definitiva para hacerte disfrutar cuando vas montado encima de ella y cuando bajas…


miércoles, 26 de marzo de 2014

Bloom Custom Fork

Desde que puse la horquilla Salsa, cada vez me gusta más ir con rígida y dejar aparcada la suspensión. La estética, el volver a los comienzos, la simplicidad; yo que sé...

La Cromoto es una claro ejemplo de BBB (bueno, bonito y barato), pero ya que me encontraba tan a gusto con una horquilla rígida, decidí dar un nuevo paso y hacerme con una horquilla de titanio custom.

Por propiedades del material y por estética, creía que era la mejor opción para seguir completando una bici de capricho como es mi Bloom.



Nuevamente recurrí a mi amigo Josemi (al que tengo martirizado) y se diseñó una horquilla de corte clásico al estilo p2 de kona con unas buenas barras para evitar problemas (porque esta horquilla se va a llevar lo suyo), falta de rigidez, etc…



Medidas de  470 ac, con lo que la geometría queda prácticamente clavada a la Cromoto dando unos ángulos con los que estoy bastante a gusto.

El soporte para la pinza de freno es una preciosidad; igual que el que utiliza Steve Potts en sus Type II.
La realización fue nuevamente en XACD y el resultado, espectacular. Una horquilla “full” titanio con unos acabados increibles en soldaduras y tratamiento sandblast para que quedase uniforme con el cuadro. La horquilla es tan bonita en su forma y material que decidí no poner pegatinas ni nada similar que rompiese la estética tan potente que tiene por sí misma.



Ahora sólo quedaba instalarla y probarla.

El resultado es buenísimo. No deja de ser una horquilla rígida, pero el titanio absorbe muy bien las vibraciones con lo que rodar en pistas no demasiado bacheadas es una gozada y cuando la cosa se pone complicada, pues a amortiguar con los brazos, a elegir trazada y a poner toda la carne en el asador (como con cualquier horquilla rígida).



La rigidez es bastante buena con lo que no hay sustos, extraños y comportamientos raros, lo cual se agradece y con unos neumáticos acordes y las presiones adecuadas, se puede bajar muy, muy fuerte con total seguridad.


En definitiva un complemento magnífico para una bici magnífica. No pienso renunciar a la suspensión pero desde que esta pieza está conmigo (diciembre), no ha sido todavía desmontada de la bici y de momento no tengo ganas de quitarla. Esto crea adicción; ¿Será grave doctor?.