Mes de marzo y segunda carrera que me dan permiso para
apuntarme del Open de Madrid.
La elegida esta vez era el Rally de Robledo de Chavela. Los
números no son nada del otro mundo 52 km y casi 1200 de desnivel, pero es un
trazado frenético y muy muy divertido. Tiene prácticamente de todo condensado y
muy intenso. Además la zona es una gozada para todos los amantes del mtb.
Después del mes de marzo de lujo que habíamos tenido con
días cercanos a los 18º y solazo, la semana previa a la prueba fue un poco
revuelta, anunciando lluvia para el domingo 22.
Mi amigo Javi que me va a acompañar en estas pruebas, me ”plantó”
una semana antes y decidió tomarse el puente y largarse a esquiar a los
Dolomitas (buena opción), así que me veía más sólo que Calimero y con altas
probabilidades de mojarme.
Pero no pasaba nada. Estaba preparado para lo que fuese. Las
semanas previas, había cogido la bici 3-4 días, una horita antes de ir a currar
y la tirada de rigor de los lunes.
Aprovechando que tenía en el teléfono la aplicación Strava,
me apunté al reto de acumular 4000 y pico metros en 16 días. El Climbing
Challenge de Marzo. Es una chorrada, pero eso me obligaba a entrenar las
graciosas cuestas del Guadarrama (no tengo puertos cerca de casa). Son
cortitas, pero bastante intensas con lo que a la larga coges un buen fondo para
no “arrastrarte” el día de la carrera.
Sobra decir que no afronto estas pruebas con ánimo
competitivo. Mi fin es otro; superación, disfrute de la ruta y el entorno y
medirme a nivel personal. Si fuera con otra intención no me apuntaría a la
categoría cicloturista, no iría con una bici de titanio y no usaría horquilla
rígida.
Llegó el día 22. Tenía la bici lavada y engrasada, la ropa
preparada y el coche dispuesto para salir. Día nublado y chispeando a las 8 de
la mañana. Pintaba a chaparrón en breve.
Según voy llegando a Robledo, parece que el día aguanta. El
terreno mojado pero sin encharcarse en exceso…la cosa va bien.
Aparco en la explanada preparada al efecto y el coche de al
lado aparca Muriel Bouhet. La líder del open en categoría femenina y una
autentica bestia del mtb que le da a todo y de forma increíble (Maratón, xc,
raids, enduro…). Estoy por entablar conversación, pero me corto y paso de darle
la plasta; en el fondo soy muy cortado y vergonzoso y no quiero molestar.
Mientras yo saco y monto mi titanio ella saca su Cannondale
con ruedas Enve y más carbono que un fórmula 1.
Me dirijo al suplicio de todas las pruebas; sellar la
licencia de un día y recoger dorsal. Esta vez va rápido y no se me hace tan
tedioso.
Momento dilema de escoger ropa. Finalmente opté por chaqueta
y dejo de lado maillot y manguitos (meto chubasquero por si las moscas).
Decisión errónea porque al final pasé calor…
Voy a la plaza del ayuntamiento, lugar de la salida y me coloco
en el cajón de los de la marcha cicloturista. Seremos unos ciento y pico y
salimos cinco minutos después de los del open. Esto pinta bien; sin atascos ni
agobios. Carrera lanzada y cómoda.
Salen los del open y cinco minutos más tarde nosotros. Salgo
tranquilo y sin prisas, pero la gente va como loca y me pasan como balas. Paso
de quedarme el último y empiezo a tirar un poco… Nos metemos en el camino de
subida hacia la Ermita de Navahonda. Está mojado embarrado y la gente que va
delante me salpica y estoy hecho una sopa de agua y barro. Decido que paso de
mojarme y empiezo a darle un poco de vidilla. Primeras rampas, alguna con
cierta pendiente y empiezo a pasar gente. Cuando coronamos la colina el pelotón
ya está estirado y sin agobios.
Empieza la bajada de Navahonda muy divertida, rápida, con
zonas de piedras y algún paso picante. El chico que va delante de mi baja muy
rápido, pero cuando llegan los pasos más complicados se para. Es zona de una
sola trazada y no queda más que bajarse. No le culpo y me parece fenomenal su
actitud, pero me quedé con ganas de meterme con la bici en esas zonas…otra vez
será.
Una vez llegamos a la Ermita desvío a la izquierda, pista
rapidísima y un tramo de carretera. Aquí ya me he quitado unos cuantos de
encima y ruedo sólo con un par de chicos que van a buen ritmo. Nos desviamos a
una finca y empiezan mis problemas con la cadena (salida del plato que está muy
desgastado) que me darán un poco por saco.
Senderitos por fincas y pistas rápidas hasta que empieza a
picar todo hacia arriba con algún cuestón importante que decido hacer montado
mientras los demás patean y en el que casi saco los higadillos. Esto está muy bien
para hacerte el machote, pero te pueden reventar una carrera.
Empiezo a coger gente y paso a los primeros dorsales blancos
(los del open). Los kilómetros van pasando y en el km 22 legamos a Fresnedilla
de la Oliva y paro en el primer avituallamiento. Pillo bebida y como un
plátano, la verdad voy bastante bien y no tengo mucha hambre ni sed.
Mención especial para los chavales que estaban allí. Súper
atentos y amables y recogiendo todo lo que los demás iban tirando por el suelo;
chapeau!!!.
Seguimos por el pueblo hasta pillar pista y dirigirnos a la
mítica pasarela de piedra y adentrarnos por senderos hacia Valdemorillo (esta
zona me la conozco al dedillo) donde paso a cada vez más gente porque me encuentro
genial. Subiditas, alguna bajada rápida y divertida, algún vadeo donde nos
mojamos, más subidas y finalmente la pista que se dirije a la Colada de
Crucijada (Senda de las Merinas) donde me quito de en medio a la gente con la
que iba y me meto solo en el sendero tan divertido de subida como de bajada. Piedras,
pasos estrechos, barro y algún que otro charco…
Por fin llegamos a Zarzalejos y hay un tramo de carretera
donde sigo pasando gente (pocos dorsales negros y varios blancos) y llegamos al
segundo avituallamiento del km 33. Estoy on fire y paso de parar (todavía me
queda isotónica en el bidón).
Nueva pista y nos dirigimos a la vía del tren donde atacamos
la primera rampa hacia el puerto de la Cruz Verde. Pequeño descanso y empieza
la “juerga” con unos rampones largos y de cierta inclinación. Nos metemos en el
pinar y para arriba. Hay dos rampas en las que arrastré la bici; eran
factibles, pero me podían dejar en la reserva y opté por conservar. No me
conocía esta zona y era consciente que todavía quedaban cuestas.
Aquí me uno a un chaval italiano que se fija en mi bici y
charlamos un rato. Voy un pelín más fuerte que él y acabo descolgándome.
Llegada a la parte alta y bajada muy rápida por sendero y
zonas de trialera (esto se hace de subida en la Ruta Imperial y es imposible).
Aquí estoy a punto de “piñarme” y me salva el talud lateral que tengo a mi
izquierda que me pone otra vez en el camino sin besar el suelo. El chaval que
iba detrás alucina y comentamos la suerte que he tenido.
Desvío a la izquierda y bajada rapidísima y de cierta
inclinación a la pista de nuevo. Unos kilómetros de pista que me hago unido a
un grupete hasta que llegamos a la subida a la ermita de San Antonio de Padua.
El primer tramo es carretera y luego un sendero con una
parte final que toca patear. Aquí viene la parte más divertida con otro sendero
de bajada con piedras y bastante entretenido.
Al llegar a la ermita, nuevo desvío al pinar somos una
grupeta de unos cinco y el primero tropieza con una raíz y se da un buen golpe
contra el suelo. Paramos y le preguntamos si todo está bien. El hombre parece
bastante jodido y nos dice que no está bien, se acercan dos personas de la
organización que estaban indicando el desvío como a unos 50 metros y se quedan
con él.
Los cuatro seguimos y acabo yo sólo en una zona de sube
bajas y… mierda!!!!, otra vez la cadena fuera. Me pasa uno de los cuatro pero
salgo disparado tras él. Ya es zona de bajada y voy a fuego (es un pique sano y
sólo voy a intentar llegar antes y si no se puede pues nada…) con la horquilla
rígida se me saltan hasta los empastes. Llegando casi a meta y en la zona de
hierba le paso y entro en 3 horas y casi cinco minutos.
Al llegar el tipo me felicita y me dice que vaya huevos con
horquilla rígida…
Voy a la carpa a por mi bocata de panceta y cervecita y
charlo con unos cuantos que me preguntan por la bici que la verdad que
destacaba por diferente con lo que por allí se estilaba.
Me lo he pasado muy bien, me he encontrado bien y he tenido
suerte y no me ha pasado ningún percance.
Puesto 27 de la cicloturista, que no está nada mal para un “matadillo”
como yo.
La verdad es que me marcho con un muy buen sabor de boca de
Robledo y me preparo para la siguiente que es la de Colmenar Viejo que será la segunda vez que la hago.